jueves, 19 de junio de 2008

CAPÍTULO 10: Navidades

Joana bajó del tren y la imagen que vio era muy distinta a la que recordaba de tres meses atrás. La estación estaba casi desierta y las puertas eran custodiadas por dos militares caracterizados por la bandera naranja y azul, de la Frontera Rebelde. La joven miró a los lados y sólo vio una señora mayor que intentaba bajar la jaula de su gatito con la ayuda de uno de los trabajadores del tren, en el otro un señor se acercaba a la salida mientras sacaba la cartera de su bolsillo.

Joana cogió su maleta y terminó de bajar el último peldaño que la llevaba al andén. Le extrañó no ver a ni a su padre ni a su hermano, pero pensó que se habrían retrasado así que decidió ir saliendo y esperarles fuera de la estación.

A pesar de la poca confianza que le daban los dos soldados de la puerta, la joven se armó de valor y se aproximó a la salida, pero los dos hombres le taponaron el paso con sus enormes cuerpos. - Identificación-dijo uno de ellos con voz ronca y muy grave. Joana se asustó y más extrañada y confusa que nunca sacó su tarjeta de identificación de la cartera. Ahora entendía porque aquel señor sacaba también la cartera al aproximarse a la puerta.

Uno de los soldados la cogió, la miró y se la devolvió. Joana salió de ahí lo más rápidamente que pudo y más confusa que nunca, no reconocía aquel lugar. Por suerte para ella, en la misma salida se encontraba Kalab. La joven corrió hacia él y le abrazó, no sin antes echarles una última mirada a aquellos dos hombres armados. -¿Qué pasa aquí?-le preguntó a su hermano. -Son los rebeldes, se están apoderando de la ciudad y controlan todo a su paso. Por eso no he podido entrar a la estación, como no tenía billetes no me han dejado-susurró Kalab a su hermana pequeña-.Pero es mejor que hablemos en casa.

Era el día de Navidad y Joana se despertó con una sonrisa en la cara pensando en la deliciosa comida que habría ese día y en las caras que pondrían su padre y su hermano cuando les diera los regalos que había comprado semanas antes en una tienda cercana a la escuela. La joven abrió la ventana para sentir el aire fresco de esa mañana de invierno y poder contemplar la plaza que había debajo de su casa cubierta por la nieve mientras el árbol que colocaban año tras año resplandecía con sus luces de colores. Pero cual fue la sorpresa de la joven cuando en vez de ver aquel precioso árbol, descubrió que la plaza estaba atestada por soldados Rebeldes. La postal navideña con la que Joana había despertado no había sobrevivido ni tan siquiera dos minutos.

Aunque en un rincón de su mente ya se había imaginado que esas Navidades no iban a ser como las de años anteriores. Desde el día en que había vuelto de la escuela, Joana sabía que la situación en la Frontera Rebelde estaba peor de lo que Dithar le había advertido. Las calles estaban llenas de soldados Rebeldes o de partidarios republicanos que mostraban abiertamente su enfado contra el Gobierno. Las entradas y salidas de la Frontera estaban vigiladas e incluso algunos decían que el ejército estaba espiando el correo y las conversaciones telefónicas; auque a nadie le molestaba, exceptuando unos pocos Anti-Rebeldes o monárquicos, los cuales tampoco se expresaban públicamente por miedo a las represiones, y otros pocos que no se posicionaban.

A pesar de tanto soldado y signos de crisis, la familia Kennet pudo celebrar el día de Navidad alegremente en su hogar.

lunes, 9 de junio de 2008

CAPÍTULO 9: Advertencias

Era el último día antes de las vacaciones de Navidad. Joana ya tenía la maleta preparada cuando alguien tocó la puerta de la habitación. La joven abrió y para su sorpresa se encontró con Dithar al otro lado.
-¿Qué haces aquí?-exclamó en un susurro- Si te ven nos echan a los dos.
-Pues entonces déjame pasar-dijo le joven mirando a todos lados para comprobar que nadie le veía.

-¿Qué quieres?-le preguntó Joana una vez el chico ya había entrado y ella había cerrado la puerta comprobando que el pasillo estaba vacío.
- Quiero decirte que tengas cuidado...-comenzó a explicarle Dithar a la chica.
-¿Cuidado? ¿Cuidado de qué?
-Verás, he recibido noticias de que en la Frontera se están empezando a mover…

Joana no entendía nada, parecía que Dithar le hablase en clave. El joven se debió de dar cuenta porque la sentó en la cama dando a entender que le iba a explicar el problema.
- Los Rebeldes están movilizándose, debe de haber un montón de revueltas. Básicamente se están rebelando contra todo. Hasta ahora el Gobierno ha conseguido retenerlos y conseguía no ceder a sus peticiones, pero ha llegado un punto en que deben de ir arransándolo todo. El ejército los está reteniendo, pero no sabe cuánto podrán aguantar.

Joana no daba crédito a lo que estaba oyendo y su cara lo reflejaba. Dithar se sentó a su lado cogiéndole la mano.
-¿Pero y qué hago yo ahora? Quiero decir, que yo me voy esta noche hacia allí, mi familia está allí. ¿Qué puedo hacer?-Joana seguía en estado de shock.
-Bueno he hablado con mi hermano y me ha dicho que realmente no debe ser tan grave. Si es verdad que hay revueltas y que la cosa está bastante mal, pero la mayoría de los actos son contra personas del gobierno o edificios específicos. Contra los ciudadanos de la calle no pasa nada, básicamente porque la mayoría están metidos en el ajo-Joana le echó una mirada de desacuerdo-. Bueno, el caso es que David me ha dicho que no corréis peligro, siempre y cuando os andéis con cuidado. Y pues eso, he venido a advertirte. Ten mucho cuidado Joana, estas semanas la Frontera estará alterada.


Esa misma noche Joana tomó un tren desde la capital de Sociedad con dirección a la Frontera Rebelde. Se dio cuenta de que lo que su amigo le había contado era cierto porque el tren iba casi vacío. Aunque la joven seguía un poco asustada recordó en lo que le había dicho Dithar y confió en las palabras de David, al fin y al cabo no dejaba de ser su hogar.

miércoles, 4 de junio de 2008

CAPÍTULO 8: Visita inesperada.

Joana ya llevaba mes y medio en la escuela. Después del incidente con los chicos y tras la fiesta de cumpleaños de Dithar la joven había conseguido adaptarse sin problemas.

En esta ocasión, Joana estaba en la habitación leyendo un libro sobre la primera Guerra del Continente cuando Silvia entró de golpe en la habitacíón gritando.
- ¡Ya han llegado!¡Ya están aquí!
Joana cerró el libro de golpe sorprendida por el comportamiento de su amiga.
-¿Quiénes están aquí?
-Las familias, ya han llegado-exclamó Silvia emocionada.- Verás, cada trimestre se da permiso para que un miembro de cada familia venga a visitarnos-explicó la chica al ver la cara de extrañeza de su compañera de cuarto.

Joana seguía tirada en la cama, así que Silvia tiró de ella haciendo que se incorporara y la arrastró corriendo hacia la sala de ocio.
-Silvia, ¡Para ya!-Joana iba exclamando por el pasillo hasta que las jóvenes llegaron a su destino-. ¿Qué hacemos aquí? ¿Y porqué hay tanta gente aquí?
-Estamos buscando a alguien de tu familia, es obvio-Silvia buscaba con la mirada alguien que se pudiera parecer a Joana.
-Pero dudo mucho que alguien de mi familia haya venido-informó Joana a su amiga mirando extrañada cómo todas la chicas de la sala enfocaban sus ojos hacia la puerta-. ¿Y qué pasa ahí?-preguntó señalando al punto de atención de las féminas de la sala.
- Ahh ¿Eso? Eso es David O'groast-dijo Silvia cómo si esa situación no fuera extraña.
-¿David O'groast?-preguntó Joana sin entender nada
-El hermano de Dithar-explicó Silvia.
-¿Y?
-El hermano mayor de Dithar-dijo Silvia poniéndo énfasis en la palabra "mayor".
La cara de Joana no cambió.
-El heredero-exclamó Silvia a su amiga.

Las miradas de todas la chicas se posaron en ellas y entre todas las melenas apareció un chico alto, rubio y con unos ojos grises tan profudos que te podrías perder en ellos, más de una joven dejó escapar un suspiro cuando el chico pasó a su lado.
- Muy bien, Silvia, veo que reconoces a tu primo mayor-dijo David con una sonrisa.
-Oh David, cállate ya y deja de hacerte el chulito, cada día te pareces más a Dithar-dijo la chica con tono despectivo.
-Te equivocas primita. Dithar se parece más a mi cada día-informó el joven heredero acercándose a Silvia-. Y por cierto, encantando de verte-se burló David salundándole con un beso en la mejilla.
En ese momento todas las chicas de la sala odiaban a Silvia.
-¿No nos presentas?-preguntó David a Silvia mirando a Joana.

Joana no sabía qué decir y Silvia le puso malos ojos a su primo cuándo iba a presentar a su amiga, pero otro miembro del famila O'groast les interrumpió.
-Pensaba que venías a verme a mí-dijo Dithar un tanto malhumorado cogiendo a su hermano del brazo y llevándoselo fuera de la sala.
David le dedicó una sonrisa y un guiño a Joana mientras era arrastrado por su hermano.

-Bueno, antes de que ese especímen nos interrumpiera estabamos intentando buscar a alguien de tu familia-dijo Silvia retomando al búsqueda-. Ey, ¡Despierta!-exclamó la joven a su amiga la cual estaba embelesada mirando, igual que el resto de las chicas de la sala, a la dirección en que se había ido David.
Joana se sonrojó por haber sido pillada en esa situación.

-¡Joana, por fín te encuentro!-la voz de Kalab interrumpió a las dos jóvenes.
-¡Kalab!-Joana también gritó, no se esperaba esa sorpresa, y acto seguido se tiró a los brazos de su hermano para darle un abrazo que casi tira al suelo al muchacho.
En este caso la que se quedó embobada fue Silvia.

domingo, 1 de junio de 2008

CAPÍTULO7: El palacio

Aquella noche la luna brillaba más que nunca. Dos jóvenes vestidas de gala bajaban con prisa las escaleras de la entrada principal de la escuela. Una limusina y tres chicos impacientes las esperaban en la calle.

-La rapidez no es lo vuestro, ¿verdad?-se mofó Dithar de las jóvenes.
-¡Cállate y dejános pasar!-exclamó Silvia mientras apartaba a los chicos y entraba en el coche seguida por su amiga Joana.
Los chicos las imitaron y una vez que los cinco estaban en la limusina ésta arrancó.

-¿Nerviosa Joana?-le preguntó Silvia en boz baja.
-Un poco-respondió la joven-. Por cierto, gracias por el vestido.
Joana no podía más con la emoción. Sólo llevaba dos semanas en aquel colegio y ya estaba invitada a una fiesta en el Palacio Real. La alegría salía por todos los poros de su piel.

Veinte minutos más tarde la limusina paró y tras ésta otros dos coches que la habían estado escoltando todo el trayecto. Los cinco jóvenes bajaron, Joana estaba impresionada por lo que estaba viendo. Una inmesa puerta se encontraba al final de una camino bordeado por rosas de todos los colores. La joven no podía creerlo, estaba en un sueño tan profundo que no se dio cuenta de que sus compañeros ya habían comenzado a avanzar hacia la puerta.

-Sólo es la puerta de atrás-la voz de Dithar en su oído la sobresaltó-.Venga vamos.
Dithar la cogió de la mano y la guió hasta la puerta mientras Joana seguía asombrándose a cada paso que daba.

jueves, 29 de mayo de 2008

CAPÍTULO 6: todo queda en la familia

Joana entró corriendo en la habitación, estaba furiosa. Silvia estaba tumbada en la cama y se sobresaltó.
-¡Embustera!¡Eres una mentirosa!¡Me has engañado!-Joana gritaba histérica- ¿Pensaste que no me enteraría?
-¿De qué hablas?-Silvia se incorporó asustada por la reacción de su amiga-Joana, tranquilizate.
-Se lo has dicho todo-exclamó Joana todavía furiosa.
-¿Qué?¿A quién?-Silvia no entendía nada e intentó sentar a Joana para tranquilizarla.
-¡No me toques!-gritó Joana alejándose de Silvia-Le has contado todo sobre mí a tu primo.
-¿Así qué es eso?-Silvia comenzó a comprender el enfado de la joven.
-¿Y te parece poco?-dijo Joana incrédula-Ahora Dithar sabe de dónde vengo y en seguida lo sabrán todos.
-Puedes confiar en él-explicó Silvia calmándola-. Y en sus amigos también, no son malos chicos.
-¿Pero porqué tenías que contarle a Dithar que no le conocía?
-Verás, Dithar es un chico normal, a pesar de ser príncipe-explicó la muchacha a Joana-. Pero a veces es un poco engreído y sus amigos le siguen el juego. Si se hubiera enterado de que no le conocías por otras fuentes te habría puesto en evidencia. Yo solo quería protegerte.

Joana comenzó a comprender todo y las cosas cobraban sentido. De pronto se encontró mal, le había gritado enfurecida a la única amiga que tenía en ese momento y sin embargo Silvia no se había enfadado, y eso que motivos no le faltaban.

Justo en ese momento tocaron a la puerta y fue Silvia quién abrió.
-¡Dithar!-exclamó la joven- No puedes estar aquí, es la residencia de las chicas.
- Pues entonces no hables tan alto primita, te van a oir-en realidad Dithar no parecía tan preocupado-.
Os he traído esto-dijo mostrando dos sobres azules-. Espero que vengáis.

A Silvia no le dio tiempo ni a despedirse del joven, él ya se había marchado. Cerró la puerta y se acercó a la cama de Joana para darle su sobre mientras dejaba el suyo en su mesilla de noche.
-¿No lo abres?-preguntó Joana a su amiga.
- No, ya sé lo que es-dijo la joven tumbándose en la cama-. El sábado es el cumple de Dithar.

domingo, 25 de mayo de 2008

CAPÍTULO 5: Sospechas

Joana estaba en la biblioteca, a pesar de que hacía tan sólo tren días que habían comenzado las clases ya tenían montañas de deberes. La joven se levantó a buscar un libro de filosófia para el trabajo que tenía que entregar el miércoles.

La biblioteca era enorme y por ello tardó casi diez minutos de reloj en encontrar el pasillo adecuado.
-"La República", "Crítica de la razón pura" -Joana iba leyendo los títulos de los libros hasta que encontró el que buscaba-, "Así habló Zaratustra". !Aquí está!

La joven, contenta de su hallazgo, cogió el libro y fue entonces cuando empezó a oir una voces. Provenían del otro lado de la estantería. Al darse cuenta de que eran sus compañeros de clase decidió marcharse, seguramente estarían hablando de fútbol, pero hubo dos palabras que le hicieron quedarse a escuchar:
- ¿Guerra Civil?-preguntó Zhikar, el amigo pelirrojo de Dithar.
-Sí, se lo oí decir cuando recogí el balón-explicó Dithar a sus amigos-. Ella sabe algo que el Gobierno nos está intentando ocultar. ¿No habéis oído nada a vuestros padres?
-Que va, la última vez que hablé con él fue hace casi un mes-dijo Zhan despreocupado.
-Yo tampoco sé nada, mi padre nunca me cuenta nada sobre los negocios-explicó Thikar.
-Esta bien chicos, estad atentos en casa, hay que hablar con esa chica. Necesitamos información-.

Dithar parecía enfadado y Joana se temía lo peor. La habían descubierto, así que decidió marcharse de ahí lo antes posible. Pero su plan duró muy poco, un minuto más tarde la joven salía con prisa de la biblioteca cuando tres altos chicos le cortaron el paso.
-¿A dónde vas, Joana?

Joana estaba sentada en mitad de una de las aulas. Los tres chicos daban vueltas alrededor de ella sin quitarle ojo.
-A ver Joana, colabora un poco, ¿Qué sabes sobre una Guerra Civil?-preguntó Dithar duramente.
-Os juro que no sé nada, no sé ni de qué me estáis hablando-Joana estaba muy nerviosa y quería irse de ahí lo antes posible, pero si salía corriendo sabrían que ocultaba algo.
- No nos mientas, Dithar lo oyó todo-le dijo Thikar a la cara mirándola a los ojos fríamente-.Cuéntanos qué sabes.
-Ya os lo he dicho, no sé nada, Silvia y yo simplemente hablábamos-cada vez estaba más nerviosa, le sudaban las manos.
-Venga ya, ¿y vuestras conversaciones normales son sobre una guerra?-Zhan no creía ni una de las palabras que decía la joven.
-Pos supuesto que no, hablábamos de...-exclamó Joana ya harta de tanta sospecha, pero se calló en cunato se dio cuenta de lo que estaba a punto de decir.
-¿De qué hablabáis?-preguntó Dithar apróximandose a ella y mirándola de frente.
-De...de...de mi procedencia-la chica se sentía débil, no había sido capaz de callarse, su fragilidad la había traicionado.
-No entiendo-Thikar no le encontraba ningún sentido a lo que la joven había dicho.
-Soy de Sociedades...-comenzó a decir timídamente Joana.
-Mírala que lista-exclamó Thikar-. Como todos los de esta escuela.
-Te confundes Thikar, Lerás es de Sofía, es chica de intercambio-puntualizó Zhan.
-Shh, Dejadla hablar-exclamó Dithar.
Joana no tuvo más que contarle la verdad sobre su procedencia.

-Osea que de la Frontera Rebelde...-dijo Dithar más para sí mismo que para el resto-Eso explica todo.
-¿De qué estás hablando?-preguntó Joana sin entender nada.
-De que no nos conocías-explicó el joven príncipe refiriéndose a sus amigos y a él.
-¿Cómo sabes eso?-Joana estaba cada vez más desconcertada.
- Silvia es mi prima-informó Dithar.
El asombro de Joana era enorme, eso lo explicaba todo.
- Pero aún queda algo por saber...-Dithar necesitaba saberlo todo- ¿Qué hace una rebelde aquí? - ¿Rebelde? No soy una rebelde, os lo juro-la joven no pensaba que esa conversación hubiera podido llegar a eso extremos-.
- ¿Y pretendes qué nos lo creamos?-Thikar no confíaba nada en la chica.
- Mira niñata-exclamó Zhan cogiéndole con fuerza a Joana de los brazos-, sea lo que sea lo que has venido hacer aquí ya te puedes ir olvidando, te juro que nuestra monarquía es intocable y que una republicana de mierda no puede hacer nada contra nosotros.

Joana dejó el miedo a un lado y le pegó un rodillazo en sus partes más íntimas. Zhan cayó al suelo llorando de dolor mientras los demás se alejaban de la chica asustados.
-Mirad, niñatos de papá, he venido aquí para intentar ser alguien, me la sopla quiénes seáis y lo qué hagáis. Así que dejádme en paz.

Thikar se dispuso a detener a Joana mientras ésta salía del aula, pero Dithar le frenó.
-Se nos escapa, ¿Qué haces Dithar?
-Déjala irse-el joven príncipe no parecía preocupado.
-Pero es una rebelde-Thikar insistía.
-No es una rebelde-Dithar sonreía para sus adentro

miércoles, 21 de mayo de 2008

CAPITULO 4: El Príncipe

Diez minutos más tarde llegaron a una gran sala repleta de sillones, con una gran televión y una docena de pequeñas mesas para jugar a las cartas o a los centenares de juegos que se podían encontrar en aquella sala. Las dos muchachas se sentaron en uno de los sofás.

-Aquí es donde viene casi todo el mundo enlos ratos libre, en ese armario de ahí-comenzó a explicar Silvia señalando una armario grande de madera que estaba situado al fondo de la sala- tienes todos lo juegos de mesas habidos y por haber. En aquel sofá, se suelen sentar los del grupo de teatro y en el de al lado los que intentan formar un grupo de música-informó la joven riéndose.- ¿Y esos que hay ahí, quienes son?-preguntó Joana señalando con la cabeza a un grupo de chicos que estaban sentados en un sofá situado detrás de las chicas.- ¿No los conoces? Son la corte del colegio-explicó Silvia con una sonrisa en la boca-. El moreno es el hijo del Conde de Dover, futuro conde; el pelirrojo es el hijo del Duque de Handsome, futuro duque y el rubio alto es nada más y nada menos que...- ¿Qué? ¿El hijo de un Príncipe?-preguntó Joana en tono de broma.- No, él es el Príncipe.La cara de Joana se quedó blanca. Acababa de hacer una broma sobre el Príncipe.

- Lo que no entiendo es cómo no les conoces, son famosos en todo el país.- Verás, es que donde yo vivo, ese tipo de noticias no suele llegar-explicó Joana a su nueva amiga.- ¿Qué tipo de noticias?-preguntó Silvia con curiosidad.- Noticias relacionadas con la Realeza-susurró Joana.Silvia comprendió todo y se quedó anonada.- ¡Tú eres de la Frontera Rebelde!-exclamó Silvia.



Joana y Silvia estaban sentadas en un banco cerca del campo de fútbol, donde algunos chicos jugaban.- Ya me han dado el uniforme-dijo Joana a su amiga-. Es bastante feo.- Sí, la verdad es que sí, pero al final te acostumbras a todo-le dijo Silvia-. Oye, una cosa que me llevo preguntando toda la tarde, ¿Cómo es la vida ahí, donde tú vives?

Joana empezó a incomodarse, pero por alguna extraña razón confiaba en su nueva amiga.- No es muy distinto a como es en el resto de la Isla. Las calles, las escuelas y todo lo demás es igual. Lo único diferente es la información que llega, todas las noticias que no estén de acuerdo con su política no son publicadas y claro al final hacen que la mayoría de la gente piense como ellos.- ¿Pero cómo es que el gobierno no hace nada?-preguntó Silvia intrigada.- No lo se, realmente no lo se-dijo Joana entristecida.

De repente un balón de fútlbol llegó a los pies de las jóvenes. Silvia se agachó para recogerlo, pero Joana se le había adelantado.- Los Rebeldes tienen mucho poder ahí y supongo que el Gobierno no quiere enfrentarse a ellos por temor a una guerra civil-explicó mientras pasaba el balón de una mano a otra.- ¿Me lo devuelves?- era el Príncipe quien se había acercado a ellas para recoger el objeto.- ¿O si no que, Dithar?-preguntó Silvia en tono de broma mientras le quitaba el balón a Joana.-Silvia, no empieces con tus juegos infantiles, por favor- dijo Dithar acostumbrado ya a las preguntas tontas de la joven.- Venga, Silvia, danos el balón-exclamó Zhan, el amigo moreno de Dithar, desde el campo de fútbol.

La joven lanzó el balón en la dirección contraria a los chicos.- Id a busarlo.Silvia no pudo dejar de esbozar una sonrisa de malicia y le confesó a Joana lo mucho que le gustaba hacer fastidiar a sus compañeros.

CAPÍTULO 3: Llegando a Noisehill

La lluvia golpeaba en los cristales, el viento azotaba los árboles. La tempestad estaba llegando a la costa. Menos mal, que hacía media hora que Joana había partido de su ciudad natal para dirigirse a Noisehill, la escuela más prestigiosa del país, la más prestigiosa del archipiélago incluso. Se decía que ahí estudiaban los hijos e hijas de todas aquellas personas importantes del Estado y que era una de las escuelas más solicitadas para los planes de intercambio. Joana sabía la gran suerte que había tenido al ser obsequiada con aquella beca.

Tras dos horas de viaje, la joven llegó. En la estación le esperaba un hombre trajeado, al que enseguida reconoció, por su insignia rojiza, como uno de los chóferes de la escuela. Se acercó a él y tras presentarse el hombre la condujo hasta un elegante coche del mismo color que la insignia que lucía en su chaqueta. Media hora más tarde Joana pisaba el camino empedrado que la conduciría al gran cambio de su vida.

Despues de rellenar todos lo papeles de ingreso de la escuela Noisehill, Joana fue conducida a su habitación. Era una habitación grande, luminosa. Tenía dos camas, una justo delante de la puerta y la otra situada bajo la ventana. Vio que esta última tenía las sabanas sin poner así que supuso que era la suya, por lo que se acercó a ella y se sentó. Entonces descubrió que al lado había una puerta, pensó que sería el baño y se acercó. Fue justo en ese momento cuando la puerta se abrió dándole un susto de muerte a Joana. De entre el vapor que salía del baño apareció una chica en albornoz y con una toalla en la cabeza. Joana todavía no se había recuperado del susto cuando la joven se presentó:-¡Hola! Soy silvia, tú debes de ser Joana, ¿verdad?La joven sólamente asintió con la cabeza timidamente.-Bueno, termino de prepararme y te enseño la escuela.

Las dos jóvenes iban andando por los pasillos de la inmesa escuela.-Esa es la sala de música, hay casi todo tipo de instrumentos, pero básicamente los usan para las actuaciones del colegio-explicaba Silvia a Joana.

Seguían recorriendo la escuela, visitaron el salón de actos, las aulas, el comedor...Visitaron también los terrenos de la escuela, había canchas de baloncesto, de fútbol, de tenis, incluso tenía un minigolf.-¿Y ese edificio que hay ahí?-preguntó Joana señalando un edificio rojo de ladrillos que había tras la cancha de tenis.-Es la residencia de los chicos, nosotras tenemos el paso vedado, igual que ellos tienen vedado el paso a la nuestra. Si te pillan ahí dentro te puede caer una gran castigo-la chica lo decía como si ya tuviera experiencia en ese tipo de castigos-. Bueno, y ahora te voy a enseñar la mejor parte del colegio, la sala de ocio.

CAPÍTULO 2 - En marcha

Un pitido constante sonaba, no paraba, seguía y seguía sonando en la oscuridad. De repente ella se dio cuenta de qué sucedía: el despertador. De un golpe lo hizo callar.

Eran las cinco de la mañana y Joana, una joven de diecisiete años, despertaba malhumorada. No quería levantarse, sabía lo que le esperaba aquella mañana. No era un amanecer cualquiera, era aquel en que tendría que abandonar su casa, su hogar.- Arriba dormilona, hoy es el gran día-la grave voz de su padre la sobresaltó de tal manera que dio un bote en la cama-.-Papá-exclamó la joven- cuántas veces te he dicho que no entres sin llamar.-Perdón hija, pero no te levantabas. Hoy es un gran día para todos, pero sobre todo para ti.El padre de Joana se marchó de la habitación con la esperanza de que su hija no tardase mucho en levantarse, pero, como él ya suponía, Joana tardó casi una hora en ir, ya vestida y peinada, a la cocina.

-¿Qué pasa aquí la gente no sabe dormir?-otra grave voz asustó a la pobre chica que no ganaba para sobresaltos.Su hermano mayor, Kalab, acababa de salir de la habitación de la lado, todavía desperezándose y con el pijama, por llamarlo así, puesto.-¡Kalab! – esta vez fue Joana la que asustó al resto de la familia-¿No te acuerdas de qué día es hoy?- No, ¿debería?-dijo el muchacho con tono bromista, algo que a su hermana no le sentó muy bien, o por lo menos eso decía su mirada- Que si, tranquila, ya se que día es hoy. Hoy nuestra niñita se va-exclamó mientras le cogía de los mofletes como solía hacerles una tía suya.Joana se quitó rápidamente a su hermano de encima y con una mirada fulminante hizo que éste se fuera rápidamente a preparar. Mientras, padre e hija comenzaron a desayunar.

-¿Ya tienes todo preparado, Joana? -Sí, papa, ayer me preguntaste lo mismo tres veces. Tranquilízate, tampoco me voy para siempre.-Lo sé, hija, pero no sabes lo orgulloso que estoy de todo esto. Vas a ser la primera en tener la oportunidad de ser alguien.-Papá, vosotros sois alguien-dijo la joven sintiéndose mal.-Sí, pero tú vas a ser más. Esta beca lo es todo, te vas a la mejor escuela del país. Eso te dará grandes oportunidades para tu futuro.-Lo se papá. Pero no quiero ponerme sentimental, todavía me queda un año para terminar el colegio-señaló Joana, a la cual no le gustaba hablar mucho de ese tema.-Por eso, hija, quiero que aproveches al máximo esta oportunidad que te han dado-dijo su padre mientras le cogía la mano dándole ánimos.-Papá, ¿ya te has puesto moñas?-exclamó Kalab desde la puerta- La estás asustando. Venga y vámonos ya que vas a perder el tren.

CAPÍTULO 1 Huída

El camino era oscuro y cerrado. El barro salpicaba bajo los sus pasos. Los árboles que bordeaban la senda impedían la entrada de la luz procedente de la Luna. Corría para alejarse de los horrendos sonidos que inundaban el Bosque Redwood, huía de aquel lugar, en proceso de destrucción, al que tiempo atrás había llamado hogar. Las fuerzas se le escapaban cada vez más en cada zancada. Paró en seco, respiró profundamente y miró al cielo. La oscuridad de la noche quedó quebrantada en ese momento por la cegadora luz de aquella bomba.