jueves, 19 de junio de 2008

CAPÍTULO 10: Navidades

Joana bajó del tren y la imagen que vio era muy distinta a la que recordaba de tres meses atrás. La estación estaba casi desierta y las puertas eran custodiadas por dos militares caracterizados por la bandera naranja y azul, de la Frontera Rebelde. La joven miró a los lados y sólo vio una señora mayor que intentaba bajar la jaula de su gatito con la ayuda de uno de los trabajadores del tren, en el otro un señor se acercaba a la salida mientras sacaba la cartera de su bolsillo.

Joana cogió su maleta y terminó de bajar el último peldaño que la llevaba al andén. Le extrañó no ver a ni a su padre ni a su hermano, pero pensó que se habrían retrasado así que decidió ir saliendo y esperarles fuera de la estación.

A pesar de la poca confianza que le daban los dos soldados de la puerta, la joven se armó de valor y se aproximó a la salida, pero los dos hombres le taponaron el paso con sus enormes cuerpos. - Identificación-dijo uno de ellos con voz ronca y muy grave. Joana se asustó y más extrañada y confusa que nunca sacó su tarjeta de identificación de la cartera. Ahora entendía porque aquel señor sacaba también la cartera al aproximarse a la puerta.

Uno de los soldados la cogió, la miró y se la devolvió. Joana salió de ahí lo más rápidamente que pudo y más confusa que nunca, no reconocía aquel lugar. Por suerte para ella, en la misma salida se encontraba Kalab. La joven corrió hacia él y le abrazó, no sin antes echarles una última mirada a aquellos dos hombres armados. -¿Qué pasa aquí?-le preguntó a su hermano. -Son los rebeldes, se están apoderando de la ciudad y controlan todo a su paso. Por eso no he podido entrar a la estación, como no tenía billetes no me han dejado-susurró Kalab a su hermana pequeña-.Pero es mejor que hablemos en casa.

Era el día de Navidad y Joana se despertó con una sonrisa en la cara pensando en la deliciosa comida que habría ese día y en las caras que pondrían su padre y su hermano cuando les diera los regalos que había comprado semanas antes en una tienda cercana a la escuela. La joven abrió la ventana para sentir el aire fresco de esa mañana de invierno y poder contemplar la plaza que había debajo de su casa cubierta por la nieve mientras el árbol que colocaban año tras año resplandecía con sus luces de colores. Pero cual fue la sorpresa de la joven cuando en vez de ver aquel precioso árbol, descubrió que la plaza estaba atestada por soldados Rebeldes. La postal navideña con la que Joana había despertado no había sobrevivido ni tan siquiera dos minutos.

Aunque en un rincón de su mente ya se había imaginado que esas Navidades no iban a ser como las de años anteriores. Desde el día en que había vuelto de la escuela, Joana sabía que la situación en la Frontera Rebelde estaba peor de lo que Dithar le había advertido. Las calles estaban llenas de soldados Rebeldes o de partidarios republicanos que mostraban abiertamente su enfado contra el Gobierno. Las entradas y salidas de la Frontera estaban vigiladas e incluso algunos decían que el ejército estaba espiando el correo y las conversaciones telefónicas; auque a nadie le molestaba, exceptuando unos pocos Anti-Rebeldes o monárquicos, los cuales tampoco se expresaban públicamente por miedo a las represiones, y otros pocos que no se posicionaban.

A pesar de tanto soldado y signos de crisis, la familia Kennet pudo celebrar el día de Navidad alegremente en su hogar.

lunes, 9 de junio de 2008

CAPÍTULO 9: Advertencias

Era el último día antes de las vacaciones de Navidad. Joana ya tenía la maleta preparada cuando alguien tocó la puerta de la habitación. La joven abrió y para su sorpresa se encontró con Dithar al otro lado.
-¿Qué haces aquí?-exclamó en un susurro- Si te ven nos echan a los dos.
-Pues entonces déjame pasar-dijo le joven mirando a todos lados para comprobar que nadie le veía.

-¿Qué quieres?-le preguntó Joana una vez el chico ya había entrado y ella había cerrado la puerta comprobando que el pasillo estaba vacío.
- Quiero decirte que tengas cuidado...-comenzó a explicarle Dithar a la chica.
-¿Cuidado? ¿Cuidado de qué?
-Verás, he recibido noticias de que en la Frontera se están empezando a mover…

Joana no entendía nada, parecía que Dithar le hablase en clave. El joven se debió de dar cuenta porque la sentó en la cama dando a entender que le iba a explicar el problema.
- Los Rebeldes están movilizándose, debe de haber un montón de revueltas. Básicamente se están rebelando contra todo. Hasta ahora el Gobierno ha conseguido retenerlos y conseguía no ceder a sus peticiones, pero ha llegado un punto en que deben de ir arransándolo todo. El ejército los está reteniendo, pero no sabe cuánto podrán aguantar.

Joana no daba crédito a lo que estaba oyendo y su cara lo reflejaba. Dithar se sentó a su lado cogiéndole la mano.
-¿Pero y qué hago yo ahora? Quiero decir, que yo me voy esta noche hacia allí, mi familia está allí. ¿Qué puedo hacer?-Joana seguía en estado de shock.
-Bueno he hablado con mi hermano y me ha dicho que realmente no debe ser tan grave. Si es verdad que hay revueltas y que la cosa está bastante mal, pero la mayoría de los actos son contra personas del gobierno o edificios específicos. Contra los ciudadanos de la calle no pasa nada, básicamente porque la mayoría están metidos en el ajo-Joana le echó una mirada de desacuerdo-. Bueno, el caso es que David me ha dicho que no corréis peligro, siempre y cuando os andéis con cuidado. Y pues eso, he venido a advertirte. Ten mucho cuidado Joana, estas semanas la Frontera estará alterada.


Esa misma noche Joana tomó un tren desde la capital de Sociedad con dirección a la Frontera Rebelde. Se dio cuenta de que lo que su amigo le había contado era cierto porque el tren iba casi vacío. Aunque la joven seguía un poco asustada recordó en lo que le había dicho Dithar y confió en las palabras de David, al fin y al cabo no dejaba de ser su hogar.

miércoles, 4 de junio de 2008

CAPÍTULO 8: Visita inesperada.

Joana ya llevaba mes y medio en la escuela. Después del incidente con los chicos y tras la fiesta de cumpleaños de Dithar la joven había conseguido adaptarse sin problemas.

En esta ocasión, Joana estaba en la habitación leyendo un libro sobre la primera Guerra del Continente cuando Silvia entró de golpe en la habitacíón gritando.
- ¡Ya han llegado!¡Ya están aquí!
Joana cerró el libro de golpe sorprendida por el comportamiento de su amiga.
-¿Quiénes están aquí?
-Las familias, ya han llegado-exclamó Silvia emocionada.- Verás, cada trimestre se da permiso para que un miembro de cada familia venga a visitarnos-explicó la chica al ver la cara de extrañeza de su compañera de cuarto.

Joana seguía tirada en la cama, así que Silvia tiró de ella haciendo que se incorporara y la arrastró corriendo hacia la sala de ocio.
-Silvia, ¡Para ya!-Joana iba exclamando por el pasillo hasta que las jóvenes llegaron a su destino-. ¿Qué hacemos aquí? ¿Y porqué hay tanta gente aquí?
-Estamos buscando a alguien de tu familia, es obvio-Silvia buscaba con la mirada alguien que se pudiera parecer a Joana.
-Pero dudo mucho que alguien de mi familia haya venido-informó Joana a su amiga mirando extrañada cómo todas la chicas de la sala enfocaban sus ojos hacia la puerta-. ¿Y qué pasa ahí?-preguntó señalando al punto de atención de las féminas de la sala.
- Ahh ¿Eso? Eso es David O'groast-dijo Silvia cómo si esa situación no fuera extraña.
-¿David O'groast?-preguntó Joana sin entender nada
-El hermano de Dithar-explicó Silvia.
-¿Y?
-El hermano mayor de Dithar-dijo Silvia poniéndo énfasis en la palabra "mayor".
La cara de Joana no cambió.
-El heredero-exclamó Silvia a su amiga.

Las miradas de todas la chicas se posaron en ellas y entre todas las melenas apareció un chico alto, rubio y con unos ojos grises tan profudos que te podrías perder en ellos, más de una joven dejó escapar un suspiro cuando el chico pasó a su lado.
- Muy bien, Silvia, veo que reconoces a tu primo mayor-dijo David con una sonrisa.
-Oh David, cállate ya y deja de hacerte el chulito, cada día te pareces más a Dithar-dijo la chica con tono despectivo.
-Te equivocas primita. Dithar se parece más a mi cada día-informó el joven heredero acercándose a Silvia-. Y por cierto, encantando de verte-se burló David salundándole con un beso en la mejilla.
En ese momento todas las chicas de la sala odiaban a Silvia.
-¿No nos presentas?-preguntó David a Silvia mirando a Joana.

Joana no sabía qué decir y Silvia le puso malos ojos a su primo cuándo iba a presentar a su amiga, pero otro miembro del famila O'groast les interrumpió.
-Pensaba que venías a verme a mí-dijo Dithar un tanto malhumorado cogiendo a su hermano del brazo y llevándoselo fuera de la sala.
David le dedicó una sonrisa y un guiño a Joana mientras era arrastrado por su hermano.

-Bueno, antes de que ese especímen nos interrumpiera estabamos intentando buscar a alguien de tu familia-dijo Silvia retomando al búsqueda-. Ey, ¡Despierta!-exclamó la joven a su amiga la cual estaba embelesada mirando, igual que el resto de las chicas de la sala, a la dirección en que se había ido David.
Joana se sonrojó por haber sido pillada en esa situación.

-¡Joana, por fín te encuentro!-la voz de Kalab interrumpió a las dos jóvenes.
-¡Kalab!-Joana también gritó, no se esperaba esa sorpresa, y acto seguido se tiró a los brazos de su hermano para darle un abrazo que casi tira al suelo al muchacho.
En este caso la que se quedó embobada fue Silvia.

domingo, 1 de junio de 2008

CAPÍTULO7: El palacio

Aquella noche la luna brillaba más que nunca. Dos jóvenes vestidas de gala bajaban con prisa las escaleras de la entrada principal de la escuela. Una limusina y tres chicos impacientes las esperaban en la calle.

-La rapidez no es lo vuestro, ¿verdad?-se mofó Dithar de las jóvenes.
-¡Cállate y dejános pasar!-exclamó Silvia mientras apartaba a los chicos y entraba en el coche seguida por su amiga Joana.
Los chicos las imitaron y una vez que los cinco estaban en la limusina ésta arrancó.

-¿Nerviosa Joana?-le preguntó Silvia en boz baja.
-Un poco-respondió la joven-. Por cierto, gracias por el vestido.
Joana no podía más con la emoción. Sólo llevaba dos semanas en aquel colegio y ya estaba invitada a una fiesta en el Palacio Real. La alegría salía por todos los poros de su piel.

Veinte minutos más tarde la limusina paró y tras ésta otros dos coches que la habían estado escoltando todo el trayecto. Los cinco jóvenes bajaron, Joana estaba impresionada por lo que estaba viendo. Una inmesa puerta se encontraba al final de una camino bordeado por rosas de todos los colores. La joven no podía creerlo, estaba en un sueño tan profundo que no se dio cuenta de que sus compañeros ya habían comenzado a avanzar hacia la puerta.

-Sólo es la puerta de atrás-la voz de Dithar en su oído la sobresaltó-.Venga vamos.
Dithar la cogió de la mano y la guió hasta la puerta mientras Joana seguía asombrándose a cada paso que daba.